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 Las enseñanzas budistas conocidas como el "Dharma" son un vehículo que nos conducen hacia la liberación del sufrimiento. Pero hoy en día decir esto parece poco creíble y alcanzable ¿no es así?  Hoy en día se nos presentan múltiples recetas y prácticas de todo tipo para aliviar nuestros problemas, cuyos lemas como alcanzar el equilibrio y la paz interior en unas semanas, suena tentador.
 
 He aquí la diferencia cuando el Buda habló de "Jhana" que lo traducimos como vehículo. Un vehículo no se reduce solamente a una práctica en un momento del día, no se refiere a una terapia o a un mero discurso filosófico, o un retiro de meditación de unas semanas.

  
 Muchos maestros budistas nos invitan a imaginar las enseñanzas, como un barco que nos conduce de una orilla hacia la otra. De un lado está la agitación, la ignorancia, las emociones perturbadoras y los estados aflictivos, del otro lado, esta la paz inquebrantable, la armonía, la sabiduría, el amor altruista, la auténtica felicidad.
 Budha nos enseñó que estas dos orillas no son un lugar físico fuera de nosotros sino interno, y que las enseñanzas son el modo de integrar la sabiduría y la práctica correspondiente, un barco que nos conduce de manera segura y eficaz.

 Budha establece que tanto la felicidad como el sufrimiento son estados de la mente y que por lo tanto, es la mente quien siendo adiestrada transforma las perturbaciones y los estados aflictivos, permitiendo que  permanezca en su estado puro y natural.
 
 Cuando hablamos de la naturaleza de la mente, hablamos de una mente libre de oscurecimientos y aflicciones. Para poder entender esto correctamente podemos utilizar el ejemplo del agua. El agua en su estado natural es transparente es pura, cuando hay acumulación de suciedad y de mugre, la naturaleza del agua queda obstruida pero no desaparece. La suciedad y la mugre no son parte de la naturaleza del agua, solo obstruyen su claridad y pureza temporalmente, si dejamos que las partículas se asienten, o utilizamos un filtro podemos ver que la claridad y la pureza del agua sigue intacta.


 Cuando los seres humanos estamos bajo la influencia de estados perturbadores y realizamos acciones que dañan a los demás, creemos que somos personas malas, pero las emociones aflictivas y los estados negativos no son parte de la naturaleza de la mente, solo la obstruyen temporalmente. 
 Es por eso que una persona puede liberarse de su sufrimiento, puede ser fuente de paz y armonía para todos los que le rodean. El motivo por el que no lo somos, es porque aún no logramos discernir que acciones nos permiten tener una mente pura y que acciones la perturban.

 Este es un elemento clave para avanzar hacia el despertar, si usted duda sobre la naturaleza de su propia mente, si usted cree que no es capaz de liberarse del sufrimiento, claramente este vehículo no le va a ayudar. Pero si usted comienza a ver detenidamente y empieza a pensar que es posible, ya estará dando un paso muy importante. 
 El conductor de este vehículo somos nosotros mismos, es nuestra tarea investigar y desarrollar las enseñanzas dentro de nosotros mediante el correcto discernimiento, el estudio y la práctica, para poder progresar por las diferentes etapas hacia el despertar. 

 Cuando hablamos de despertar, hablamos de abrir los ojos de nuestra consciencia, liberarnos de la ignorancia básica que obstruye la naturaleza de nuestra mente. 
 Cuando hablamos de progresar, hablamos de un proceso gradual que nos conduce hacia esa lucidez y claridad que todo lo permea. 

 Por eso necesitamos un vehículo, porque necesitamos de condiciones que nos permitan avanzar por las diferentes etapas. No es lo mismo avanzar sin herramientas, sin un entorno que nos contenga, que nos impulse, que nos permita aligerar la marcha, que avanzar con un soporte, con habilidades y cualidades que nos permitan trascender con mayor facilidad las experiencias que atravesamos. 

 Cuando hablamos de etapas, hablamos de diferentes fases, siempre me gusta compararlo al cultivo de un Jardín. La belleza de un jardín no radica en tirar semillas deliberadamente y dejar que todo crezca a su antojo y semejanza. Para que un jardín sea habitable y armonioso debemos aprender sobre su naturaleza, debemos aprender como cuidarlo, como protegerlo y otras condiciones.
 Primero necesitamos un terreno nivelado y fértil, si la tierra es dura y seca, nada crecerá, si el suelo tiene ondulaciones y no está nivelado, todo el jardín se puede estropear. Cuando nos encargamos de tener un suelo fértil y estable, comenzamos a plantar semillas y a decorarlo del mejor modo posible que se adapte al espacio y nuestras necesidades. Luego debemos cuidar de esas semillas, debemos otorgarles nutrientes necesarios. Al brotar, debemos protegerlas del frió, del exceso de calor, de las plagas. Cuando el jardín prospera, debemos seguir atentos, nutriendo, cuidando, embelleciendo cada aspecto.

 Con el jardín de nuestra mente ocurre lo mismo. Nivelar el suelo y nutrirlo, equivale a familiarizarnos con las enseñanzas, comprender la naturaleza de la mente, asegurarnos de que es este el camino que deseamos transitar y rodearnos de personas que nos orienten adecuadamente. Cuando ya tenemos una noción del camino hacia donde vamos, comenzamos a sembrar semillas, a plantar lo que deseamos cultivar en nuestra mente, acciones positivas, estados virtuosos, paz, amor, equilibrio. En la medida que vamos realizando este trabajo, vamos cuidando las semillas plantadas, vamos aprendiendo a trabajar con las emociones perturbadoras, a reducir los estados aflictivos. Cabe destacar que nuestra mente no es un terreno vació donde partimos de cero, a medida que vamos creciendo, nuestra mente va siendo condicionada por la familia, la educación, la sociedad, así que nuestra mente ya cuenta con un paisaje poco propicio para el cultivo de la mente, tenemos hábitos que hemos ido arrastrando desde tiempo sin principio, y es por eso que la mayor cualidad de un buen jardinero es la paciencia y la dedicación, el amor trasciende las mas grandes dificultades.
 Cuando nuestra mente ha alcanzado cierta estabilidad, debemos mantenernos despiertos y atentos, debemos sostener el trabajo realizado, no descuidarlo y desatenderlo. Eso nos pasa muy a menudo, creemos que cuando resolvimos una experiencia ya no necesitamos estar atentos y luego, estas experiencias suelen surgir con mayor fuerza hasta que gradualmente se debilitan definitivamente. 

 Por eso hacemos énfasis en el desarrollo progresivo de la mente, en tener un vehículo como soporte, en generar condiciones propicias. Podemos ir solos por la vida, sin nada de lo que el budismo nos ofrece, pero sería un riesgo a quedar varados en las trampas de nuestros engaños y en nuestras perturbaciones, cuando contamos con el apoyo y la compañía de grandes seres que han dedicado su vida a transmitir estas enseñanzas para el beneficio de todos los seres.

 La finalidad de estas palabras, es alentarlos a transitar juntos este recorrido, a animarlos y entusiasmarlos, a generar una fe inquebrantable sobre las posibilidades que nos da esta valiosa existencia humana y la oportunidad real y concreta de poder liberarnos del sufrimiento y ser de beneficio para todos los seres.

 

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