Desde la perspectiva budista todo el sufrimiento que experimentamos proviene de los tres venenos mentales: Apego o avidez, Ira o aversión e ignorancia.
El apego y la aversión están íntimamente relacionadas, porque en el mismo instante en que estamos aferrándonos a algo, ya estamos generando aversión y rechazo por lo opuesto. Cuando me aferro exageradamente a alguien ya me estoy alejando de todos los demás seres.
Del mismo modo, en el mismo instante en que estamos generando rechazo y aversión por algo, nos estamos apegando a otra cosa. Si estamos escapando de la muerte, nos estamos aferrando a la vida, si estamos escapando de sensaciones desagradables estamos corriendo detrás de sensaciones agradables. Son como las dos caras de una misma moneda.
Ahora bien, es importante entender que el apego y la aversión son estados mentales, no es algo propio de los objetos, las situaciones o las personas, porque si así fuera, si una persona fuera causa de apego, todo el mundo tendría apego por esa persona, eso claramente no ocurre, por lo tanto existe el modo de relacionarnos con los demás de un modo ecuánime sin apego, podemos también decir que no a algo o comprender que algo es dañino sin generar rechazo y aversión por ello. Si por ejemplo, se que un hongo es venenoso para mi organismo, el hecho de no consumirlo no implica un rechazo o un estado de aversión, simplemente somos conscientes del impacto que tiene en nuestro organismo y nos abstenemos de consumirlo.
Cuando aplicamos los cinco preceptos en nuestra vida cotidiana ocurre exactamente lo mismo, no se trata de ir catalogando todas nuestras acciones de buenas o malas, tampoco de luchar contra ellas, ni aferrarnos desesperadamente a todo aquello que nos de seguridad y tranquilidad.
La práctica de la ecuanimidad requiere ser conscientes de lo que esta pasando, cuando estamos en presencia del apego y cuando estamos en presencia de la aversión, cuando esos estados nos llevan a acciones mas perturbadoras, a dañar a los demás, a dañarnos a nosotros mismos, empezar a ser conscientes de esos mecanismos, de esos patrones, poder observar con objetividad, sin juzgar, sin condenarnos ni condenar a los demás es una práctica que requiere mucho trabajo.
Entender el apego, entender la aversión, entender la ignorancia por si solo, no es suficiente, requiere una plena consciencia de identificar, desarmar y restaurar la mente en su estado natural. Para ello, reconocemos los estados, reconocemos el peligro de dichos estados, reconocemos que es necesario cambiar nuestra percepción de lo que experimentamos, y cultivamos acciones que nos lleven hacia direcciones mas saludables. Es todo un proceso, no un simple pensar lo que esta bien y lo que esta mal. Los pensamientos por si solos, no pueden transformar nuestras emociones, es necesario cambiar la imagen mental, las percepciones que nos llevan a definir lo que experimentamos.
Esto es a lo que nos referimos en budismo con "ignorancia", uno puede ignorar muchas cosas, puede ignorar sobre matemáticas, astronomía, cocina, deportes, pero no es ese tipo de ignorancia al que nos referimos en la práctica espiritual, sino al tipo de ignorancia que desconoce el modo en que son las cosas en realidad. La ignorancia que nos lleva a generar drama en las situaciones complejas, que nos lleva a generar apego cuando exageramos los disfrutes mundanos o de los placeres sensoriales. La ignorancia que desconoce como funciona la realidad. Vivir separados de la impermanencia, de la interdependencia, de la ley de causa y efecto, de la creación de un "yo" ilusorio, es el tipo de ignorancia que nos lleva al sufrimiento.
Podríamos decir que en realidad como dice la segunda noble verdad el origen raíz del sufrimiento es el aferramiento propio, y eso proviene a su vez de una ignorancia base donde nos percibimos separados del resto, de ahí deriva el ansia de poseer, el ansia de deshacernos de lo que no nos gusta, y estos patrones los hemos ido reforzando a lo largo de toda nuestra vida. Es por ello que no se trata solo de entender, sino de integrar y de desarmar día a día nuestras falsas percepciones de la realidad.
Enfocarnos de esta manera es mucho mas útil que identificarnos con problemas personales. Como verán los tres venenos son: apego, aversión e ignorancia, pero no decimos mi apego a mi pareja, a mi casa, a mi trabajo, a mi coche, decimos simplemente apego. Cuando trabajamos sobre los tres venenos los trabajamos en un sentido mas profundo, porque cuando cambia nuestro modo de percibir disminuye el apego hacia todo, la aversión hacia todo. Si en cambio lo tomamos como una batalla personal, la ira que se desvanece hacia un ser, surgirá hacia otro ser, porque no hemos trabajado sobre la ira de raíz.
Esta es tan solo una pequeña presentación de los tres venenos mentales que iremos desarrollando en profundidad mas adelante, esperamos que les sea de utilidad.
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Cuanto bien me hace profundizar y aprender en estos temas , la ira fue por mucho tiempo un tema mal entendido para mí.
Gracias por ésta nueva lamparita con luz.
Interesante enseñanza y que hemos de aprender. Gracias amigo.