La enseñanza del karma es basta y profunda, incluso dicen que solo un Buda comprende esta ley completamente. No obstante, no podemos negar que todas nuestras acciones producen un impacto, generan resultados. No podemos negar que nuestras acciones pueden beneficiar o perjudicar a los seres.
Todas las enseñanzas budistas entran en el marco de causa y efecto, dado que la felicidad y el sufrimiento son estados de la mente, por lo tanto, nuestras propias acciones son causa de uno u otro estado. Cuanto mas conscientes nos volvemos de esta realidad, mas nos abocamos hacia las acciones virtuosas y mas nos alejamos de las acciones perniciosas.
En el karma no existe espacio para recompensa o castigo, no hay una corte y jueces que dictaminen el resultado de nuestras acciones, la corte y los jueces son nuestra propia mente, nuestros propios estados internos establecen las condiciones para los frutos que obtendremos. Si actuamos con una mente perturbada y agitada, nos sigue el sufrimiento, cuando actuamos con una mente apacible y clara, la felicidad nos sigue como la sombra sigue al cuerpo. ¿Por que esto es así? ¿Quien dice que es así? La naturaleza de las acciones establece estas condiciones, cuando actuamos impulsados por una visión distorsionada de la realidad, es cuando el sufrimiento se manifiesta, el sufrimiento es el resultado de vivir alejados de la realidad.
¿Y cual es esta realidad? El punto mas importante, es el de la interdependencia, así como todo es causa y efecto todo es interdependiente, no puede haber nada que surja por sí solo sin condiciones, no hay semilla que brote sin aire, sin agua, sin calor, sin tierra. Creemos que una planta existe ahí separada del resto del mundo, pero no habría planta sin otras manifestaciones de la naturaleza. De la misma manera, no existen seres humanos individuales, aislados, desde que nacemos dependemos de la bondad de nuestros padres o los seres que nos crían.
Pero cuando observamos esto en nuestra experiencia diaria, no vivimos conforme a esta realidad, buscamos la felicidad para nosotros mismos, nos separamos de los demás, nos hacemos la guerra, entramos en conflicto y por lo tanto, separarnos de la realidad en que funciona el mundo, nos conduce a la aflicción, a la pena, la tristeza, la ira, el apego. La confusión es la gran madre de nuestros lamentos. La creencia de un "yo" separado del resto, es lo que nos conduce una y otra vez al sufrimiento.
De aquí derivan todas las enseñanzas budistas, si alguna enseñanza se separa de la creencia del karma, la interdependencia, la impermanencia y el no-yo, no es una enseñanza budista.
Los cinco preceptos por ejemplo, si los observamos detenidamente, son un gesto maravilloso de protección, es como el gesto de una madre que protege a su hijo. Podemos ver los preceptos como impedimentos, podemos pensar que nos prohíben consumir bebidas embriagantes, que nos prohíben hablar de chismes, pero en realidad es un gesto de proteger nuestra mente, de preservar la calma y la claridad de nuestra mente, para no cometer acciones que nos dañan y dañan a los demás.
Dependiendo de la calma y la claridad de la mente, podemos empezar a observar con mayor sutileza el impacto de acciones, que antes nos podían parecer inofensivas. Muchas veces hay procesos y reacciones que se dan de un modo automático, y con la agitación cotidiana con la que vivimos a menudo, no podemos percibirlo. La adicción a las sensaciones, no surge de un momento a otro, uno empieza a jugar y a apostar, como si de un juego se tratará y hay personas, que terminan perdiéndolo todo por apostar su casa, sus pertenencias. Lo mismo con las drogas y las bebidas, creemos que somos personas muy responsables, con gran autodominio, creemos que estamos muy lejos de caer en acciones realmente graves, pero esto surge cuando dejamos de lado las pequeñas acciones, los pequeños hábitos, cuando descuidamos nuestro desarrollo interno y dejamos de atender la realidad tal y como es.
A menudo encuentro personas que se hacen grandes enredos tratando de descifrar cual es el resultado de determinadas acciones, pero no es necesario saber todas las causas posibles de todas las acciones existentes. Si no estamos preparado para verlo entonces es mejor no basarse en suposiciones. Mucha gente cree que hace lo insano con una buena intención y termina sufriendo mucho por ello. Así que el karma no es un tema para andar realizando pronósticos, deducciones y conjeturas, es una ley que requiere responsabilidad y seriedad.
Los preceptos de no dañar, no robar, no mentir, no cometer relaciones sexuales incorrectas y consumir sustancias embriagantes e intoxicantes, están basadas en cortar con las acciones que producen un resultado negativo. Pero mas importante aún, estos preceptos están para ser observados, contemplados, para estar atentos a nuestro estado interno, ¿Por que voy a insultar a alguien? ¿por que voy a tomar esto si nadie me lo ha dado? ¿Por que voy a mentir? ¿Cual es la intención que me motiva a hacerlo? ¿Desde que estado mental estoy actuando? Si observas el impulso inicial, podremos notar que, cuando estamos pacíficos y contentos no buscamos hacer el daño, somos mas comprensivos, mas solidarios, cuando la mente esta agitada y perturbada, que no esta conforme, se vuelve impredecible, egoísta, agresiva.
Si tenemos esto claro, y reflexionamos diariamente sobre el karma, entonces tendremos la certeza de que aunque no sepamos que resultado obtendremos por actuar de ciertas maneras, si lo hacemos desde una mente agitada y frustrada, el resultado no será beneficioso. Asi que el karma deja de ser un premio y un castigo, para convertirse en un mapa que nos oriente, un mapa que nos invita a investigar nuestros estados internos, desde donde parten nuestras acciones, con que fin y que queremos generar con ello.
De la misma manera, podemos tener la certeza de que todo cuanto estamos experimentando en este momento, es porque se han dado las causas y las condiciones apropiadas para ello, esto no quiere decir que estamos destinados a sufrir o destinados a ser felices, porque el karma no es permanente, nuestras acciones siempre generan karma nuevo, siempre hay causas y condiciones que surgen y cesan, y esto nos impulsa a ser mas cuidadosos, a no menospreciar las acciones por mas mínimas que sean.
Si atendemos el karma de esta manera, podemos tomar toda experiencia desde otra perspectiva mas sabia, mas objetiva y beneficiosa, sabemos que por mas que estemos experimentando el resultado de acciones pasadas, si respondemos con una mente negativa y agitada seguiremos prolongando ese karma, pero si en cambio respondemos con una mente apacible y clara, podemos romper con el ciclo de sufrimiento. Todo inicia y parte de nuestra motivación, debemos pensar ¿Que nutre mis acciones? ¿Lo hace el amor, o es acaso un engaño del egocentrismo y el apego?
Observando, detectando, reconociendo, atentos, cálidos, y apacibles, siempre cultivando, esta es la mejor manera de practicar y cuidar nuestra mente.