El Plan de Evacuación: Meditación en nuestra vida diaria
- Nahuel Antu
- 9 abr 2018
- 3 Min. de lectura
La rutina, las obligaciones, los horarios, el trabajo, el estudio, todo transcurre rápidamente. Planes, proyectos, que realizamos, cosas que deseamos. Episodios del pasado, conversaciones, pendientes, algún sinsabor, alguna alegría, alguna ansiedad, alguna proyección. Todo esto, en nuestra mente disparándose constantemente.
Bajo esas condiciones, la mayoría del tiempo no nos damos ni cuenta de lo que hacemos. Simplemente reaccionamos. Actuamos pensando en lo que debemos hacer en el instante inmediato, siempre hay que hacer algo más, siempre hay que "ser" algo más. Siempre estoy "yo" primero y un "otro" en la vereda de enfrente.
Viviendo así, ¿les ha pasado alguna vez, sentir que no importa lo que hagan, nada alcanza para quitarse esa insatisfacción, ese sinsabor, esa amargura cotidiana hasta en las pequeñas situaciones? ¿les ha ocurrido sentir que nada alcanza? ¿Tener un atasco mental y, a su vez, ese impulso de seguir y seguir con los mismos modos de actuar hasta el agotamiento mental, físico y emocional? Probamos de todo, escuchamos y leemos de todo, confiamos y de nuevo, nos frustramos.
Seguramente por eso estamos acá. Todos buscamos felicidad, todos estamos hastiados de la insatisfacción. Podemos tener muchos o pocos bienes, muchas o pocas relaciones, ser bajos, altos, medianos, grandes, chicos, estar solos o acompañados. Pero no hay ninguna duda no importa cómo seamos o las condiciones externas, nada de eso importa. ¡queremos simplemente ser felices!
Afortunadamente para todos nosotros, ¡hay una salida! Un camino que podemos elegir, aunque deben saber que es nada usual. No nos lo enseñan cuando chicos, ni en la escuela, ni en la universidad, ni en la casa. ¡La meditación!
Cuando empezamos a meditar en nuestras vidas, aunque sean 10 minutos diarios se empieza a abrir un pequeño espacio en nosotros. Así, cada día es como si regáramos una planta que crece, se expande, se va nutriendo poco a poco y empieza a tener cada vez más importancia, más relevancia, más significado. Tal como un refugio personal donde nadie puede ingresar. Donde nada puede interferir.
Con el paso de los días, al retornar a nuestras actividades lo hacemos de un modo diferente. Lo que antes nos parecía trágico, urgente o totalmente obvio poco a poco deja de serlo. Esos disfraces, esas etiquetas puestas o impuestas, se caen. Comenzamos a sorprendernos hasta de nosotros mismos y también de los demás. Quizás en alguna conversación con alguien querido, quizás comprendemos algo que nos dijo con una palabra, un gesto de una manera más profunda. Quizás esa profundidad en la que estamos trabajando en nosotros mismos podemos verla en los demás. De dónde vienen las aflicciones, las alegrías, las proyecciones. Y a quien le respondíamos de manera automatizada, empezamos a tejer otro lazo. Empezamos a tejer relaciones genuinas.
¿Por qué ocurre esto? ¿Cómo algo tan simple como sentarse, cruzarse de piernas y estar simplemente allí unos momentos puede lograr que esto sea posible?
Todo esto sucede simplemente porque permitimos que se abra un espacio en nosotros y ese refugio allí está, crece y se expande con nuestro cultivo diario y comienza a manifestarse sin que nos demos cuenta. Sabemos que hay un lugar donde recurrir, la medicina a cualquier situación. La meditación es el plan de evacuación perfecto.
Antes pensábamos que teníamos que salir a buscar algo o hacer algo extraordinario, o esperar algo de alguien o a alguien en sí mismo y ahora, ¡resulta que descubrimos que no hay nada que buscar, nada que esperar, nada que yo u otra persona tenga que hacer ni nada extraordinario tiene que suceder!
Entonces, cuando nuestra mente "se queme" con algún veneno, alguna situación, pensamiento, emoción o sensación les aborde y todo se llene de "humo", ya saben: es momento de pulsar el botón y poner en práctica nuestro Plan de Evacuación. No habrá "humo" ni "pánico" que impida abrir ese espacio y dirigirse tranquilamente hacia la salida.
Siempre podemos volver a la respiración, cuantas veces sea necesario. No importa lo que ocurra allí afuera, ya tenemos el mapa, tenemos la medicina. Solo hay que estar atentos a usarlos hábilmente a nuestro favor. De esta forma, estaremos debilitando nuestros mecanismos defensivos, para volvernos seres cada vez más reflexivos, compasivos y amorosos.
Practiquemos, habituémosnos a la paz como nuestro estado natural y traslademos la práctica a la totalidad de nuestro día. Somos nuestros propios aliados.

Commentaires